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Argentina afrontó la final de la Copa del Mundo ante Marruecos, y cayó 2 a 0 debido a los tantos convertidos por Yassir Zabiri. El encuentro se llevó a cabo en el Estadio Nacional de Santiago de Chile y contó con el arbitraje del italiano Maurizio Mariani.

El pitazo inicial de la gran final dio paso a un espectáculo frenético, un vaivén constante que trasladó al campo de juego la esencia misma de la alta competencia característica de este Mundial. Al minuto 8, Marruecos trazó una jugada incisiva que culminó en un mano a mano peligroso, quebrado por una infracción del arquero Santino Barbi justo al borde del área. Tres minutos después, Yassir Zabiri cambió el tiro libre por gol con un disparo colocado al ángulo que dejó sin reacción al arquero. Por primera vez en todo el torneo, el equipo dirigido por Diego Placente se encontraba por debajo en el marcador.

Tras el golpe inicial, Argentina intentó reponerse con insistencia. Dominando el control del balón y generando situaciones constantes, los albicelestes lograron inquietar al rival. Una de las chances más claras llegó al minuto 24, gracias a un remate en tiro libre ejecutado con precisión por Maher Carrizo, aunque en esta ocasión la red no se dejó sacudir. Sin embargo, la pesadilla continuó poco después: al minuto 28, un contraataque veloz de Marruecos terminó con Othmane Maamma filtrando un pase en profundidad a Zabiri, quien no perdonó y marcó nuevamente. El resultado, ahora 2-0, ponía al equipo marroquí cada vez más cerca de la gloria.

En los últimos compases del primer tiempo, Argentina mantuvo su dominio en términos de posesión, intentando descontar sin éxito. Los ataques se volcaron principalmente por el flanco derecho, desde donde llegaron peligrosos centros y pases clave. Una de las más destacadas fue una jugada protagonizada por Mateo Silvetti tras un pase magistral de Milton Delgado, que puso en jaque a la defensa rival. A pesar del esfuerzo y la persistencia, así llegaron los equipos al descanso con un contundente 2-0 en favor del combinado dirigido por Mohamed Ouahbi.

El inicio del segundo tiempo trajo consigo aún más emoción al Estadio Nacional de Santiago. La intensidad no cesó: Argentina apostó todo a su vocación ofensiva mientras Marruecos respondía con rápidas contras que mantuvieron la tensión en el ambiente.

El guion se mantuvo constante durante el resto del encuentro. Los dirigidos por Placente demostraron por qué estuvieron presentes en esta final, dominando gran parte del partido y peleando hasta el último minuto. Sin embargo, el marcador no se movió y Marruecos escribió su propia historia, proclamándose campeón del mundo por primera vez con un merecido 2-0 final.

Aunque el título fue esquivo esta vez, fue una Copa del Mundo memorable para la Sub 20 argentina. Luego de 18 años, el equipo logró devolver la ilusión y encender la pasión juvenil en todo un país. Gracias, muchachos, por defender nuestros colores con tanto orgullo y dejarnos soñar de nuevo.