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La licenciada Silvina Rodríguez Blanco, jefa del Departamento de Nutrición y Alimentación de OSEP, brinda algunas recomendaciones.

En la época de calor es importante alimentarse e hidratarse bien para evitar el agotamiento y desgano que producen las altas temperaturas. La licenciada Silvina Rodríguez Blanco, jefa del Departamento de Nutrición y Alimentación de OSEP, nos brinda algunas recomendaciones.

Según la especialista, es común que en esta época del año no se sienta tanto hambre y que el cuerpo nos pida comidas más frescas, pero también es posible que nuestra salud se resienta por carencias o excesos, por ello debemos alimentarnos bien.

La hidratación es lo más importante para enfrentar las altas temperaturas. Muchas personas eligen bebidas gaseosas, aguas saborizadas o alcohol y le suman algún alimento tipo snack hipercalórico, hipergraso y con excesos de sal, en lugar de elegir agua. Este hábito es poco saludable. Para evitar estos desarreglos, es aconsejable tomar 2 litros de agua al día para estar bien hidratado y, en caso de preferir una bebida con sabor, se puede agregar rodajas de frutas frescas o limón natural.

Las vacaciones y el calor hacen que la rutina en nuestra dieta cambie y generalmente se producen desequilibrios. Es por eso que debemos estar atentos y consultar con un profesional especializado para que nos recomiende una dieta equilibrada y adecuada a la situación de cada uno.

Una dieta variada y equilibrada

Si bien en verano evitamos las preparaciones calientes y comemos más ensaladas, es importante tener mucha creatividad y ver la cantidad de alimentos que podemos combinar, tanto vegetales como frutas y los alimentos que nos aportan proteínas y otros nutrientes necesarios como queso, legumbres, huevo duro, atún, pollo, frutos secos, semillas, etc.

Es recomendable aprovechar las frutas y verduras de estación. La composición puede ser distinta según sus vitaminas y minerales, teniendo en cuenta el clima, las condiciones de cultivo y el estado de maduración.

Hábitos para tener en cuenta

Una buena alimentación es más efectiva para la salud y el bienestar si se siguen una serie de hábitos que la complementen:

  • Comprar de forma adecuada: es recomendable ir a hacer las compras con listado en mano y sin hambre, para evitar tentaciones y comprar de más.
  • Comer sin apuro:  comer despacio, tomándose el tiempo para masticar varias veces cada bocado, ayuda a comer menos cantidad y contribuye a mantener un peso adecuado. La comida que llega al estómago mal masticada, produce gases y deteriora el proceso digestivo.
  • Hidratarse bien: es necesario mantenerse bien hidratado, entre otras cosas, para reponer la pérdida de líquido a través de la orina, el sudor y la respiración. Esto variará dependiendo de la edad, el sexo, la actividad física o la temperatura exterior.
  • Fraccionar la alimentación: realizar las comidas principales procurando una cena liviana para un buen descanso.
  • Ejercicio Físico: es recomendable aprovechar las horas de la mañana bien temprano y las de la noche.
  • Dormir bien: va de la mano con el comer bien. El descanso nos permite recuperarnos del desgaste energético. Lo ideal sería descansar al menos, seis o siete horas por día.
  • Evitar intoxicaciones alimentarias: el calor también aumenta el riesgo de contaminación de los alimentos, por lo que es necesario extremar las medidas de higiene tanto en la compra como en la conservación y manipulación de los alimentos. Es importante mirar la fecha de caducidad de los alimentos envasados y dejar para el final de la compra los congelados para evitar que se rompa la cadena de frío. Es imprescindible mantener una estricta higiene tanto en las manos como en la cocina y los utensilios.
  • Es saludable procurar el consumo de ácidos grasos monoinsaturados presentes en el aceite de oliva, el pescado y los frutos secos. Además incorporar cereales integrales y vegetales como base de los platos principales y carnes magras con moderación, frutas y verduras de temporada.